Todos tenemos grandes batallas aun por celebrar, otras están teniendo lugar en este preciso instante y seguro que ahora te sientes sin saber muy bien porqué, cuando, ni como; la vida decidió que ya era hora de darte un poco por el ano.
Eskrima y el comienzo de la batalla.
Toda batalla tiene un comienzo, toda batalla quizá tiene un porqué, pero eso no nos importa, si descifrar el porqué de todo nos diera algo con lo que conformarnos, todo sería muy fácil de solucionar, pero por «desgracia» tras la resolución de una pregunta viene otra y otra y nunca termina, nunca estamos conformes.
Una de mis grandes batallas es la impaciencia, sí porque el tiempo pasa. Gasto mucha energía quejándome de que nada me sale y esto me hace sentir mal humorado, seguro que a ti también te pasa o te ha pasado en alguna ocasión.
La impaciencia es quizás uno de nuestros grandes enemigos en la vida, todos queremos que algo ocurra ya, cuanto antes y sin demora. Si pudiese ser a la velocidad de la luz, aun mejor…y si una idea se pudiese materializar al instante, seguro que nos parecería lento, muy lento.
Quizás si hay algo de lo que aprender sea de saber que todo tiene su ritmo, todo ocurre, todo pasa a su debido momento…y sí, es una mierda porque parece que ese debido momento no llega!!!!
A mi lo que me pasa es que me ofusco, que no llego, parece como si de repente mi cerebro dejase de regar y me colapso, pierdo esas llaves que tendrían que estar encima de la mesa y no están, me enfado, lo remuevo todo, casi que grito, el tiempo va pasando y yo me tengo que ir. Llego tarde y de repente, cuando me siento para calmarme un poco…las llaves estaban dos centímetro más allá de donde las busqué…y una vocecita en tu interior te dice:
”Gilipollas ya podrías haberte calmado antes” o tu pareja mirándote con cara de -que tonto eres.
Entonces te quedas con cara de lo que tu voz te ha dicho…sí de gilipollas porque en realidad te das cuenta, pero no aprendes una mierda de lo que te acaba de pasar, porque acto seguido buscas la cartera y empiezas en la misma endemoniada espiral de locura impaciente, sí te ríes, pero como jode !!!!!
Ahí es cuando entra en juego la voluntad, el primer pasito para reconocer nuestras mierdas, o al menos una de ellas, la impaciencia que nos corroe el cuerpo y nos taladra la mente…si ya lo dice el «dicho»:
El que espera, desespera. Esto claro, mi impaciencia al menos viene respaldado por una vida llena de esperas (toma buena escusa me he buscado), una vida en la que aun sintiendo el momento adecuado muy cerca, de repente las circunstancias hacen que EL MOMENTO, tu momento se te escape de entre las manos y vuelvas a la lista de espera…fuuuu y como fastidia esto, has esperado una cola de mil demonios y resulta que te falta el papel más importante…pues eso es lo que hay.
Si os soy sincero no hay nada que aprender de la desgracia, del problema en sí…si hay algo que desarrollar al respecto es: el concepto de la fluidez.
La fluidez en la lucha de la vida es indispensable, la paciencia, que no es quietud, quizás sea de las mejores herramientas de las que disponemos para dejarnos fluir en la vida…fluir no significa inacción…significa reconocer que una pequeña gota de agua, poco puede hacer contra la corriente de un gran rio, lo que mejor puede hacer es adaptarse y lo que se adapta, al final termina por sobrevivir !!!
Todo pasa, y eso es muy cierto (todos pensamos en algún momento que moriríamos por ese personaje que al tiempo decimos…pero como pude yo!!), nada permanece y como me gusta señalar, lo único que permanece es la impermanencia, esto en sentido práctico es simple, pero no es fácil de aplicar.
Si te pones a prueba y analizas un poco tu vida, podrás ver que hay más etapas en las que te reconoces impaciente que etapas que reconoces por paciente…esto es porque aun tenemos un concepto demasiado limitado, demasiado sesgado de lo que significa el tiempo lineal…es lo que hemos aprendido…no paramos ni tan siquiera para respirar profundamente ¿cuando ha sido la última vez que te has sentado y has respirado conscientemente?
Amanece, te despiertas y comienzan las prisas, los agobios la rutina o la no rutina que es igual de mala, si no hay prisas sueles aburrirte y así pasan los días, esperando impacientemente eso que realmente deseamos.
Si no luchas con todas tus armas por llegar a donde te propones, incluso la impaciencia carece de sentido, así no creo que llegues muy lejos. Si por contra, eres de las personas que cuando se levanta trabaja por llegar a atreverse a querer ser lo que desea, y a pesar de ello, no llega, entonces amigos, tenemos que cultivar esa virtud de sabios que vengo proclamando desde el principio:
Ser PACIENTE, porque todo llegará y si no, pues no nos lamentemos, que esta vida presente solo se vive una vez…el camino será adaptarnos y continuar evolucionando, iluminándonos y para muchos, me incluyo el primero…impacientarnos para luego recapacitar e ir aprendiendo lentamente!
Hay que esperar, y cuando digo esperar me imagino un estado de alerta en el que las señales se muestran por si solas, mantened los ojos abiertos, esa es la mayor de las lecciones que quizás podamos desatar en nuestra vida, esto en lucha se llama Timing, el momento justo:
Si me adelanto al golpe, me alcanzará, si llego demasiado tarde, ya me alcanzó, pero afinar e interceptar la línea de la vida es todo un arte emparentado con la paciencia…así que trabajemos por y para ello…pero ya!!!!!! ah no, que esto va hoy de ser pacientes.
Pongo un cuento que he sacado de un libro que ahora mismo forma parte de mi voluntad de aprendizaje con respecto a la vida:
El arte de la paciencia de Ramiro Calle. El Yoga es el arte marcial del alma, así que Fightlosofía en estado puro, os invito a que reflexionéis un rato sobre el cuento, desnudaos y os veréis reflejados. Luego está que logremos estar en ese proceso de equilibrio.
El modo de equilibrarse
Una vez al mes estallaba en sonoras y prolongadas carcajadas. Una vez al mes se precipitaba en un desconsolado llanto y las lágrimas le llegaban a los pies. El resto del tiempo permaneecía sereno y con una hermosa medio sonrisa en los labios. Así venía ocurriendo a lo largo de los años, y alguno de sus discípulos, intrigados, le preguntaron:
-¿A qué viene tanta risa y a qué viene tanto llanto?
-Las cosas tienen su modo de equilibrarse-dijo el mentor.
-No te entendemos.
-Mi mente y mi cuerpo se van a un extremo y se alborozan;luego para equilibrase , se van al otro y se desconsuelan. Así tienen las cosas su modo de equilobrarse, pero yo permanezco en el centro del alborozo y del desconsuelo, contemplando pacientemente ese proceso de equilibrio.
Me parece un cuento demasiado precioso como para no compartirlo…espero que pacientemente os haya gustado.