Cuando pienso en la cantidad de cosas que me ha dado la Eskrima o las Artes Marciales en general resurgen recuerdos, momentos fugaces, instantes que de una u otra manera van dejando una huella indeleble en mi alma…un gesto, una palabra, una mirada o una sonrisa hacen que el esfuerzo, las caídas y el sin sabor de un camino nada fácil recobren todo el sentido del mundo.
Caras inocentes.
En este caso esa cara inocente y esa sonrisa hacen que de repente descubra todo lo que aun queda por descubrir de la Eskrima auténtica al mundo, me siento afortunado de poder mostrar algo de este Arte a diferente tipo de personas: a padres y a sus hijos, a personas tan jóvenes como el pequeño Jesús ( ya iniciado por su padre en el mundo del Aikido y en esta imagen en su primer contacto con la Eskrima) y a otras menos jóvenes a los que admiro por su constancia y tesón…
Eskrima, la de verdad, la invisible para tantos y tantos es universal, es para el que use la lógica, aplique la ciencia y de veras quiera aprender a sobrevivir. No importa la procedencia, la cultura o las fronteras que aparentemente nos puedan separar…lo único que importa es algo que no se hereda, que se tiene o que se desprecia: Humildad, Honradez y Honestidad.
Esa cara, esa imagen, refleja la esperanza que nunca hay que perder, representa la inocencia de un camino apasionante y que un día empieza así, con una sonrisa y se convierte en algo eterno que nunca se detiene…