Con la idea de cambiar de vez en cuando la perspectiva con la que me acerco a mi Eskrima, la capacidad creativa necesaria para modificar el rumbo hace que todo mi proceso de aprendizaje tome direcciones que sabiendo a donde me llevan, me llenan de incertidumbre inspiradora.
Aprendiendo.
Reflexionando sobre los procesos de aprendizaje con los que instruir a mis estudiantes pensaba en algún «tip» fundamental sobre el que trabajar y que calara en mi propio imaginario «Eskrimológico«.
En estos procesos extraños intento tener muy presente la simplicidad necesaria para desarrollar una Eskrima lo suficientemente inteligente.
Seguramente inspirado en algo que leí en algún momento que ya olvidé, se me ocurrió una pregunta, que por supuesto me hago a mi mismo, y considero puede ayudar a crecer a cualquiera, sea cual sea su proceso dentro de las artes combativas:
Si tuviera que luchar contra mi mismo, ¿qué es lo que tendría que mejorar?
Vuelvo así a esta ancestral idea de que nuestro peor enemigo está dentro de nosotros mismos y de que la meta es llegar a ser la mejor versión posible de nosotros mismos.
Aunque lo parezca, pensar que esta es una actitud en la que el ego toma el control de nuestra vida no es del todo acertado.
Sin excesivas formalidades, reconocer nuestras debilidades nos hará conscientes de nuestras carencias dominantes para ir trascendiéndolas.
¿El mundo vs. nosotros?
La rabiosa actualidad en la que vivimos, la información instantánea y la conciencia de que el mundo ha cambiado (a pasos forzados por la violencia creciente y sin aparente freno) hace sentir que estamos constantemente en conflicto, luchando, sobreviviendo.
Cada día tenemos noticias de nuevas amenazas, conflictos, atentados…
La lucha contra otras personas parece una realidad en la que ganas o pierdes mucho. No siempre es así. Es cierto que sin conflicto no hay evolución, Eskrima es la expresión física de esta máxima.
Antes de enfrentarnos a un enemigo exterior deberíamos ocuparnos de un batalla mucho más complicada, la de «uno mismo vs. uno mismo». Sin ganador ni perdedor.
Cinco caminos para la gestión del conflicto según Eskrima.
1. Deja de luchar contra los tuyos.
La única persona a la que debes enfrentarte constantemente es a ti mismo. A muchos aun no le queda claro, pero luchar es un instinto natural del ser humano. Por contra, la obsesión de vencer a todo el mundo, sólo para demostrar que eres mejor (¿¿en qué??), no prueba más que tu gestión del ego es un tanto deficiente.
Una cosa que he aprendido con el paso de los años, seleccionando con atención a gente mucho mejor que yo para aprender Eskrima, es que siempre hay alguien que estará unos pasos por delante tuya. Y eso está genial:
No puedes ni debes vencer a todo el mundo, no deberías querer esto o tendrás un problema de realidad que te explotará en todas las narices en el momento menos adecuado.
2. Reconoce las amenazas reales.
Sin lugar a dudas hay «enemigos periféricos» que acusan nuestra realidad. Aun así la afectación que produzcan estos asuntos en nuestra vida será lo que defina nuestra actitud de desafío ante las circunstancias que nos rodean.
Nosotros somos los únicos que nos limitamos debido a preferencias, dramas, tramas y comodidades adquiridas…
Salir de la zona de confort (física y mental) es un proceso íntimo de reconocimiento. Nosotros somos una amenaza real para con nosotros mismos (en forma de autocomplaciencia), debemos trascender esta actitud.
Cuando enseño Eskrima suelo decirle a mis estudiantes que las armas siempre tienen un componente que llamo «doble filo«.
Si no vigilas tu arma con atención plena, ésta a pesar de que crees poder controlarla, se puede volver en tu contra sin piedad, y no hay nada peor en un enfrentamiento armado que ser golpeado por tu propia arma por dejadez de vigilancia.
3. Analiza aquello que puede estar en contra.
Imagino un sparring en Eskrima en el que nuestro adversario sea «uno mismo». No se me ocurre batalla más compleja que ésta.
La clave estaría en derrotar lo que hemos hecho hasta el momento, cambiar los hábitos que están enquistados, focalizarnos en el cambio continuo que representa la Eskrima.
No es un consejo barato que haya leído en algún mal libro de «autoayuda«. Lo que es cierto es que no nos merece la pena castigarnos por haber cometido errores que podríamos haber evitado.
Algo a tener en cuenta: no vas a aprender cada lección de forma fácil. Eskrima es un proceso doloroso. Una batalla perdida no significa que todo haya terminado.
4. Sin prisa pero sin pausa.
Crecemos durante el «entrenamiento de resistencia». Crecemos cuando somos capaces de hacer cosas que antes no podíamos, trascendemos nuestros límites.
El talento sin constancia no sirve de nada. Las dificultades se van a ir sucediendo a lo largo de nuestros procesos vitales, así que «sabotearnos» a nosotros mismos no va a ayudar en nada.
«No puedo» es una de las frases más destructivas con las que me enfrento al enseñar Eskrima. No vamos a mejorar si mentalmente estamos preparándonos constantemente para el fracaso. La lucha siempre valdrá la pena.
Nuestra historia no tiene que ver realmente con combatir lo que éramos, sino con afrontar lo que está aquí y ahora.
5. Prepararse.
En Eskrima y a modo de ejemplo, cuando trabajamos distancia corta, el uso de la mano izquierda se hace evidente con todas las complicaciones de coordinación y precisión que esto conlleva. Con esta perspectiva la mayor parte de los estudiantes se frustran y la práctica se llena de «no puedos«. Lo único que logramos con esta actitud es ralentizar el proceso y alejar al estudiante de la práctica.
Aquí está representada la mayor de las batallas posibles. Prepararse para la batalla es ser consciente de nuestras limitaciones para ir poco a poco mejorando.
Puedes, y lo harás.
Es lo que me repito en mis peores momentos. Seguro que no va a ser cuando yo quiera, pero esto no tiene porqué desviarme de mis objetivos. Mi meta es ser el mejor padre, una gran persona, un Eskrimador excepcional y viajar con mi familia como forma de vida. Ahí es nada.
Una vez más y hablando de estos asuntos recuerdo con especial interés al Maestro Galeano, presten atención, este es el camino de la Eskrima más auténtica, sobre la Utopía:
Nuestro mayor y peor enemigo somos nosotros mismos indudablemente y ésa es la lucha que hay que emprender cada día.