En Eskrima las prisas no son buenas consejeras. La velocidad es la consecuencia de un trabajo técnico bien hecho.
Cuando entrenamos Eskrima es fundamental entender que la paciencia es la madre de las ciencias.
Querer correr, querer hacer las cosas a más velocidad de la que debemos, nos conducirá irremediablemente a la dirección contraria. En mis clases de ESKRIMA es algo que se repite constantemente.
Ejemplo.
Imagina que te subes a un coche por primera vez. Aún no sabes conducir bien y pretendes ir a toda velocidad por todos lados. Con toda probabilidad te vas a estrellar y si no lo haces, seguramente algún susto te vas a llevar.
Sin embargo, si eres prudente y al principio vas despacio, empezarás a entender cómo funciona todo.
Poco a poco, con la suma de la confianza forjada por la experiencia, habiendo observado lentamente el correcto funcionamiento de lo que tienes entre manos, podrás ir acelerando e ir más rápido de «forma segura».
La cultura de lo rápido.
Vivimos en una sociedad donde se prima la velocidad por encima de casi todo.
Queremos saber todo y ya, ayer es demasiado tarde.
Hay muchas cosas que tienen un mayor beneficio cuando se realizan lentamente. Una de mis preferidas es por ejemplo leer un buen libro.
Hablando de nuestra práctica en Eskrima, de nuestro modelo de aprendizaje, resulta imprescindible respetar los principios que se refieren a controlar y asegurar la adaptación al esfuerzo.
Coordinación.
Dos conceptos básicos:
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La coordinación forma parte fundamental del desarrollo humano.
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Es a través del movimiento que nos relacionamos con nuestro entorno.
Un principio fundamental para comenzar a trabajar la coordinación , concretamente de forma lenta ,viene determinada por la «Ley de Weber»:
«Si se incrementa la magnitud del estímulo (la velocidad del movimiento, por ejemplo), será más difícil notar las diferencias de esas modificaciones.»
Mapa motor.
El buen movimiento exige tener un buen mapa motor.
El mapa motor es el conjunto de posibilidades de movimientos que nos permite actuar con eficacia.
En este mapa a veces existen zonas no exploradas. Debemos empezar a marcar rutas básicas sobre las que construir nuestro arsenal técnico observando las posiciones fundamentales.
Recordad la máxima:
«Para un buen movimiento en ESKRIMA, primero necesitamos un buen posicionamiento«.
Realizando movimientos a máxima velocidad (mas aún con arma en las manos) no tendremos tiempo de pasar por estas zonas, ni de registrar un buen posicionamiento.
Velocidad de ejecución.
Bajando la velocidad de ejecución, tendremos la posibilidad de explorar todos esos movimientos y obtendremos una percepción más exacta de los mecanismos por los que se desarrollan éstos.
Gracias a la Ley de Weber-Fechner (antes mencionada) sabemos que los movimientos lentos producen una percepción más exacta y detallada de los mecanismos del movimiento en el cerebro.
Feldenkrais decía:
“Para discriminar necesitamos percibir diferencias; para percibirlas necesitamos aumentar la sensibilidad”.
Queda clara la idea de que en el proceso de aprendizaje es necesario realizar movimientos:
- Simples.
- Fluidos.
- Lentos.
Concluyendo.
El «secreto» del éxito en nuestra Eskrima está encriptado en la coordinación.
El movimiento lento ayuda a prestar atención (focalizar), a lo que se estamos haciendo mientras se está haciendo y esto nos ayudará a fijar el conocimiento a través de ir coordinando y creando nuevas «rutas neuronales».
Es curioso que la mayor progresión en la educación del movimiento se produzca en los primeros años de vida, momento en el que los movimientos son más lentos y en los que explorar el mundo que nos rodea es lo primordial.
Eskrima rompe muchos paradigmas basados en el movimiento porque al trabajar con herramientas (nosotros somos el arma) nuestra «capacidad sensible» se extiende más allá de nuestro cuerpo físico.
En el proceso de aprendizaje con armas, tenemos que lidiar con la frustración, enemiga número uno de las prisas.
Hay un refrán muy nuestro y que viene a simplificar esta entrada:
«A camino largo, paso corto.»