Eskrima y paradojas de mi tiempo…
Vivo en una terrible paradoja de mi tiempo: no soporto (se ha convertido en algo visceral) a la mayoría de los auto-proclamados profesores, instructores, Maestros y/o grandes maestros de Eskrima, de hecho es con una minoría muy escasa con los que tendría las agallas de sentarme para «tomar un café» (aunque fuese metafórico) y hablar de cosas banales…
Con el resto, aunque sean vecinos, aunque me busquen, aunque los encuentre (por desgracia)… prefiero mantenerlos lo más alejados posible: «larga mano» por salud mental, no sea que lo que tienen me infecte y arruinen mi camino (aunque lo dudo mucho).
No hay ganancia alguna, no aguanto la arrogancia, la falsedad o la prepotencia de los que se creen conocedores de alguna verdad superior y que con su actitud pretenden imponer (en vez de compartir) criterios que o bien pertenecen al mundo de lo teórico, han copiado de oídas o se legitiman a sí mismos para fanfarronear: «La verdad es una tierra sin caminos» que decía Krishnamurti.
A ver si nos enteramos:
«Ni el sol, ni un autentico guerrero necesitan autoproclamarse, brillan por si solos.»
Larga mano José, larga mano.
No queda sino batirnos; contra que?
Contra la estupidez, la maldad, la superstición, la envidia y la ignorancia… (Parafraseando a Quevedo en Alatriste)
No queda otra Óscar, hay que cuidar la salud con cultura (y las armas cerca, como en aquella época…).