Parece que felicitar estas fechas se ha convertido en una tradición un poco absurda para muchos sectores sociales. Podemos alegar sin miedo a herrar en la afirmación que las calles, sin importar la hora del día, se llenan de consumistas locos, borrachos zombies e hipocresía elevada a la máxima potencia. Todos podemos verlo dando un paseo por nuestras ciudades adornadas de luces que reclaman el mercadeo más despiadado de gastar lo que no se tiene. En esto estamos de acuerdo la gran mayoría. Aun así y reflexionando un poco, hay algo que no deja de asombrarme dentro de toda esta parafernalia, y es que estas fechas no son tan solo una moneda de dos caras, tiene muchas más.
Recuerdos, tristeza, añoranza, felicidad, ilusión de los más pequeños y reuniones familiares o de amigos forman también parte de este cocktel molotov que desde que nacemos nos inculcan como herederos de una tradición cristiana que no terminamos de entender. Hay dos bandos bien definidos: los cool que lo celebran a todo trapo y los que van de modernitos diciendo no gustarle estas fechas. Ambos están en su derecho de molestia perpetuada, molestia que por otro lado, suele extenderse al resto del año, cada fecha señalada: «the running to the extreme».
Soy de los que piensa que para sobrevivir hay que adaptarse y fluyendo de esta manera me apetece felicitar a todo el que lea estas líneas unas fechas en las que recuerdo cosas buenas y menos buenas, pérdidas y encuentros (este año echaré de menos a mi abuela de mi alma que se me fue estando yo demasiado lejos). Estas Navidades, por primera vez en mi vida y a pesar de todo, las vivo con especial ilusión ya que soy papá de un niño que me da la vida cada mañana al despertarme.
Desear felicidad es una de esas tareas que hemos olvidado ejercer en este proceso de desarrollo al que venimos en vida. Me considero de ese grupo extraño de personas que se siente feliz viendo la felicidad en otros. Considero que es muy importante para alguien que se dedica al mundo de la Lucha tener la capacidad de buscar la felicidad propia y la de los demás con nuestro ejemplo de vida, ¿qué mayor «batalla» que esa?
Con mi arma en alto y el puño cerrado cerca del corazón como en mi Eskrima (los que me conocen saben que no suelo saludar mucho en clase), os deseo una felices fiestas (paganas o cristianas), el que disfrute que lo haga aun más y el que no, que recuerde que sea cual sea la fecha en la que se celebre la felicidad … merece la pena ponerse al servicio de uno mismo y levantar el teléfono, soñar despierto, perdonar, hablar con alguien querido (incluido nosotros mismos), sonreir un poco o regalar un algo a alguien. Ser nosotros mismos significa iluminarnos no ensombrecernos cada vez más, para mi ese es el significado de las luces, despertar.
Muchas gracias a todos!!!