La tiranía de los grados es desde hace mucho un tema recurrente, los grados y los cinturones dentro de las artes marciales.
Grados y usos.
Títulos que la mayor parte de las veces nada tienen que ver con el sentido original de la verdadera lucha y que en la mayoría de las ocasiones coaccionan y manipulan, encorsetan y restringen, haciendo alarde de colores cual arcoiris teñido de tiranía jerárquica.
No son pocas las veces que me preguntan: «Jose tú que cinturón eres», normalmente todos esperan que diga con cierto grado de magnificiencia y ego marcial que ostento un grado muy alto y les enseñe mi carnet de Maestro, por supuesto tendrían que mirarme con admiración y yo a ellos por encima del hombro, casi con desprecio por no estar en mi mismo nivel de conocimiento de la lucha real y de mi auto-perfeccionamiento místico.
Gracias a dios carezco de todo halo de grandeza posible (muchos de mis amigos me tachan de exceso de humildad), con estas yo suelo contestar:
» ¿¿Qué cinturón quieres que sea?? «, la confusión está servida.
Es cierto que el uso de estos grados han proliferado y se han extendido a lo largo y ancho del mundo marcial, tanto se han incrustado en la concepción de lo que hoy día es la lucha, que muchas personas no conciben el entrenamiento marcial sin este tipo de agasajos.
En muy poco tiempo, esta «tiranía» ha sido adoptada por sistemas que en principio son tan modernos que resulta ridículo ver como acogen esos tipos de símbolos tan ajenos a su tradición.
Enmascarando tiranías.
Hay muchas formas de enmascarar esta «tiranía» (entendiendo tiranía como diferenciación selectiva y limitadora dentro de una estructura rígida) marcando un sentido jerárquico de roles inamovibles, ya sean cinturones, fajas, camisetas de colores, grados de instructores, número de clases, hermanos mayores, certificados de asistencia o permanencia, de valores presupuestos.
Al final y sin remedio, todo ello conduce a encasillarnos en un peldaño u otro dentro de una organización, dentro de un ego estructural, dentro de una construcción hecha por y para algún fin de control.
Ya lo dijo Krishnamurti en su cuento ( sé que ya lo he puesto otra veces, pero es que ahora me viene mejor que bien !! )
» El diablo y un amigo suyo estaban paseando por la calle cuando vieron delante de ellos a un hombre que levantaba algo del suelo y, después de mirarlo, se lo guardaba en el bolsillo. El amigo preguntó al diablo:
“¿Qué recogió ese hombre?” “Recogió un trozo de la Verdad”, contestó el diablo. “Ese es muy mal negocio para ti, entonces”, dijo su amigo. “Oh, no, en absoluto”, replicó el diablo, “voy a dejar que la organice”.
Llegados a este punto vamos a explorar lo más brevemente posible ( para no aburrir demasiado) el origen de los cinturones que es el principio de casi todo este desbarajuste. Siempre ha habido principiantes y siempre ha habido personas más avanzadas en el estudio del Arte…el respeto se merece, no se impone, esto es para mi una regla básica que siempre he puesto en práctica «democrática». En mis clases nunca nadie es más que nadie, todos somos iguales, todos tenemos que respetarnos y las diferencias no vienen marcadas por individuos concretos, debe prevalecer el interés y la dedicación de cada uno y el respeto a las Armas, al Arte, a los compañeros ( que son los que me ayudan en el proceso de aprendizaje) y a los Verdaderos Maestros. El compartir lo que sabemos desde una posición de igualdad hace que la enseñanza sea menos rígida, menos limitadora y más íntegra…no hay disciplina posible, hay autodisciplina.
El cinturón, en tiempos pasados, no tenía mayor importancia práctica en la vestimenta que la de evitar que se abriera el kimono ( me acuerdo de la película karatekid, cuando el señor Miyagi dijo aquello de cinturón para que pantalón no se caiga). Así, existían y aún subsisten diversos tipos de cinturones que son usados en diferentes ocasiones ( todos sabemos el carácter profundamente ritual y protocolaria de la sociedad Japonesa). Al extenderse el uso de las artes marciales japonesas y otras, la costumbre de usar un cinturón para atar el atuendo en estas disciplinas se hizo universal.
Así pues, originalmente el color del cinturón, no tenía en principio relación con el nivel del alumno que lo portaba. Éste era establecido exclusivamente por su maestro, sin que tuviera ningún tipo de «referencia objetiva» del mismo. De ahí deriva la importancia de la relación que había entre Maestro y alumno. Sin embargo, esta idea fue cambiando con el paso de los años, hasta hacer que el color del cinturón se relacionara con el supuesto nivel de destreza del que lo portaba.
Existían varios métodos de graduación menos formalizados y con menos niveles, pues el entrenamiento era mucho mas personalizado. El maestro conocía muy bien a todos sus alumnos porque estos solían ser pocos y entrenaban muy asiduamente. Debido a este estrecho contacto era innecesario que el alumno formalizara su nivel en un cinturón o de cualquier otra manera. Existían sin embargo ciertos métodos de graduación de los practicantes. Algunos maestros dividían a sus alumnos otorgando tres grados: el 1º llamado shodan, para el de nivel principiante, el 2º chudan,correspondía al nivel de iniciado y el 3º Jodan, indicaba el nivel de maestro y daba acceso a los conocimientos más profundos del Arte y la propia escuela. Otro sistema de «graduación» fue el de licencia Menkyo: El primer nivel , denominado kirikami, tras 2 años de entrenamiento diario, este grado significaba que el alumno era aceptado dentro del grupo. Tras otros 4 o 5 años de aprendizaje se otorgaba el Mokururoku. El practicante necesitaba otros 7 u 8 años de entrenamiento intenso y de dedicación diaria para recibir el titulo de Menkyo, que le daba la opción de empezar a enseñar el Arte, sería la equivalencia al título de «Maestro» que a su vez se dividiría en diferentes categorías.
Tras toda una vida de practica diligente y de enseñar el arte, podían recibir, de mano de otros maestros o de su propio maestro si aun vivía, el titulo de Kaiden ( y esto es importante: se lo daban otros, no se lo otorgaban ellos mismo, ya que supondría una deshonra). Como podemos ver, todo tiene un significado muy diferente al actual y que tenía que ver más con el respeto y el conocimiento del arte que con la prostitución del grado otorgado.
La versión Romántica dentro de las artes marciales y su relación con los cinturones, pasa por identificar en su origen que el cinturón blanco con el paso del tiempo y como señal de la dedicación en el entreno, cambiaba progresivamente de color por su deterioro, siendo este el proceso primitivo de pasar del blanco al negro, razón por la cual tradicionalmente no se lavan los cinturones. Podríamos decir que la transformación del color del cinturón marcaría su historia.
En Japón (y posteriormente en el resto del mundo) la introducción de los cinturones es creado o al menos institucionalizado por Jigoro Kano en el Arte del Judo. Éste institucionalizó e hizo popular un sistema de grados usado ya por algunas escuelas de Jiu Jitsu, que dividía a los alumnos en «kyus» y «danes». Para identificar este nivel jerárquico entre los alumnos en el dojo, además del orden que se mantiene en la fila al saludar al inicio y fin de la clase, se establecieron tres cinturones distintos: el blanco ( con grados intermedios), el marrón ( con sus grados intermedios ) y el negro. Luego el sistema fue adoptado en el mundo del Karate y de ahí se expandió a lo largo y ancho del mundo.
Los cinturones de colores entre el blanco y el negro son un invento posterior surgido de la mano del llamado «método Kawashi» que asociaba ciertos contenidos mínimos que debía dominar cada alumno para acceder a cada cinturón de color, en este orden: blanco, amarillo, naranja, verde, azul y marrón. Como se puede apreciar, el orden elegido para los colores va en función del «oscurecimiento» del blanco hasta llegar al negro. Sin ningún tipo de duda, cuando las artes japonesas saltaron a Europa y al mundo en general, sufrieron modificaciones asociadas al pensamiento occidental de obtener resultados visible ( nunca mejor dicho). El propio Kano en 1860 pasó casi un año recorriendo Europa y parece ser que comprendió cuan diferentes eran las mentalidades de los occidentales y comenzó a incluir diferencias en los grados. Fue tal el éxito que en poco, otras artes comenzaron a adoptar las «virtudes» de la graduación, envolviendo a los cinturones de colores en un halo de misterio romántico y sus significados profundamente maleados y espiritualizados tan atrayentes para una mente occidental deseosa de reconocimiento.
Está claro que con el tiempo se relajó el significado original en pro ya no solo de la expansión deportiva del arte sino claramente la búsqueda de un beneficio propiamente económico con la aparición de Federaciones que controlan la evolución o más bien cabría decir involución del verdadero Arte, creando así toda una red de exámenes de pago y demás disparates. Aquí se abre la veda donde ya casi todo vale. Buscando la originalidad, empiezan a surgir diferentes formas de graduación que en definitiva buscan estandarizar y delimitar la enseñanza del estilo al que se impone, es justo a esto lo que yo llamo la Tiranía de los Grados, cuando se compran y venden, cuando se «politizan», cuando se mal usan, se sobre-valoran o infravaloran.
Poco a poco el proceso se ha enmascarado de mil formas diferentes: Camisetas de colores, camisetas con distintivos, cintas en los brazos, cinturones de colores chirriantes, papeles y certificados vacíos de contenido donde se reconocen dudosos conocimientos, apremios en funciones, grados de instructores…y un sinfín de calamidades que van desprestigiando cada vez más el significado original de lo que significaba ser un Guerrero. Está de moda hacerse una foto con el certificado de turno, queriendo acreditar sabe dios qué, me parece extremadamente interesante analizar todo lo que ocurre al rededor del «premio» recibido. La última moda es hacer una remezcla de cosas aprendidas en cursillos o en youtube, crear un estilo «nuevo» y auto-proclamarse Gran Maestro.
Hoy día se puede ver la aberración de niños con cinturones negros, personas sin ningún tipo de cualidad ni calidad haciendo pantomimas circenses con colores desataviados en sus cinturas y un largo etcétera que por salud mental prefiero no recordar. He ido a academias de «artes marciales» donde las paredes rebosaban de certificados, cuando te acercabas y leías, podías ver que en su mayoría eran certificados de asistencia a seminarios, muchas veces de pocas horas, que demostraban bien poco, pero que pretendían mucho.
Al caso siempre recuerdo una anécdota en la época de CrossCombat : en una ocasión preguntaron por luchadores para un evento en Holanda…la única premisa era que no fuesen Españoles…cuando me lo dijeron casi que me molestó, pero la explicación tenía sus razones: en un evento allí mismo (Holanda es de sobra conocida por ser cuna de grandes campeones), un luchador X, de un personaje X, subió al Ring con un cinturón negro anudado a su cintura, nada extraño en este mundillo si no fuese porque la pelea era de Muay Thai, y no solo fue el ridículo y la incomprensión del público, sino que encima perdió en el primer asalto a los pocos minutos…dentro de poco pasará en las MMA, tiempo al tiempo.
El desbarajuste está servido, querer ser algo antes de intentarlo, es parte de la condición humana, querer llegar antes de ni tan siquiera comenzar el camino, es una de las premisas que se extienden en todo lo que sea un proceso de largo recorrido.
En sí lo negativo no es el grado o lo que quiera que se obtenga a lo largo del paso del tiempo en los entrenos, sino la devaluación extrema ( ahí está la tiranía ) del sentido original o tradicional, en la que el respeto está por encima de todo lo demás. No imagino a nadie dudando sobre la calidad como boxeador de por ejemplo Muhammad Ali, o la excelencia de Dan Gable como Wrestler…ni tampoco me imagino a nadie otorgándoles un cinturón negro. De igual forma no imagino a un luchador de MMA, a un antiguo Eskrimador o «simplemente» a un verdadero guerrero sintiéndose superior a otro por llevar algún cinturón adornando su cintura. Mi pregunta como profe es siempre la misma ( lo sé, soy un tanto torpe) ¿como se puede medir esto?…¿haciendo un examen?…¿politizando el proceso?…¿en serio?
Aceptemos pues que en la mayoría de los casos esos falsos estándares, son una herramienta puesta al servicio de la jerarquía para nuestras mentes occidentales ávidas de reconocimiento, ¿¿seríais capaces de entender, por ejemplo, el Jiu Jitsu Brasileño sin cinturones??, ¿¿cuanta gente realmente practicaría en tal caso?? Sin remedio aparente, los politiqueos hacen acto de presencia en algo que no tiene sentido politizar, al final para muchos no deja de ser un objeto de deseo, un objetivo a alcanzar y mientras esto ocurra habrá un demandante y alguien que controle esa demanda, ¡lo más parecido al mercadeo! Me gusta recordar el día que vi una foto del Gran Helio Gracie portando un cinturón azul, en la entrevista / reportaje la gente le preguntó cual era el motivo y él dijo: « he decidido ponerme un cinturón azul, porque hoy día parece que cualquiera puede ser cinturón negro«.
Cuando llamo a alguien Maestro, no es porque tenga un título colgado de su pared, cuando llamo a alguien Maestro no lo hago por querer logar su favor sino en señal de respeto, cuando llamo a alguien Maestro me parece muy importante, sobre todo porque ya quedan pocos a los que poder llamar así.
Puede parecer contradictorio, en la Eskrima moderna se han servido de los cinturones y los certificados, sin duda y para que quede claro, éste no es mi camino. Hace nada hablaba con GM John Mac y le preguntaba precisamente por esto, por su visión, él lo tenía claro, formaba parte de la organización en la que él está presente como una de las cabezas visibles, para él no significaba más que el paso del tiempo y el compromiso adquirido con el Arte…y lo interesante de su respuesta: «José allí a los Filipinos no nos interesan los cinturones, pasan años y nunca tenemos un cinturón puesto, nunca preguntamos por ello…son los extranjeros los que buscan esas cosas.» poco más que añadir al respecto.
A veces me han preguntado si yo doy cinturones, certificados, hago instructores, representantes o sabe dios qué cosas más, mi respuesta suele ser siempre parecida: » Humildemente no soy nadie para dar nada, no hay nada ni nadie que me pueda representar a mi o al grupo, porque yo soy yo (mi experiencia y mis circunstancias) , es la gente con la dedicación propia dilatada en el tiempo y su compromiso con el Arte la que se prepara para poder un día enseñar, lo siento…las puertas están abiertas si quieres entrenar, gracias por el interés «…siempre me llamará mucho la atención que algunas personas se interesen por ser instructores antes que alumnos.Lo que suele ocurrir tras mi respuesta ya os lo podéis imaginar: no entrenan conmigo y buscan a alguien que sí les de certificados, interesante reacción, el porcentaje de veces que ocurre esto suele ser tan solo del 99 %.
Hace muchos años leí algo de alguien que no tenía nada que ver con el mundo de la lucha y decía: » yo solo inclino la cabeza ante quien yo quiero « para mi este es el verdadero camino de un Guerrero, yo intento aplicarlo a mi vida al 100%, podría incluir: «por eso siempre suelo tener problemas «, todo tiene un precio.
Hola Jose, buenísimo el artículo, si así el asunto es un verdadero desbarajuste, peor aún cuando el grado viene acompañado del «titulo nobiliario(?)», mire que también estamos llenos de «guros»,»punones» y «tatanes», excelente y tomo lo que me toca 😉 un abrazo caballero !!!
Hola Rubén, gracias por el comentario, siempre partiendo del respeto, el problema como digo no son los grados otorgados ;)…sino la afectación que tienen estos en el ego y en el mercadeo…como bien dices los títulos nobiliarios están a la orden del día…como suelo decir: la nobleza hace mucho que fue derrocada y el problema es que los que la pretendieron derrocar ahora la reclaman para sí de mil formas diferentes.
Fuerte abrazo amigo !!
Excelente artículo, da en el clavo de lo que pasa demasiadas veces, amén de otras circunstancias que yo comprendo que los que tienen que pagar, luz, agua, secretaria, etc… quieran tener un soporte económico y a veces pasa por la «venta» de cinturones de colorines, enfin….
Hola Juan José, sí que es un mal demasiado extendido…ganar dinero con algo que te apasiona es totalmente lícito, el aspecto económico es una de las facetas más del ser humano ( vivimos en esta Marix), el caso es que he visto demasiadas veces la prostitución del arte con este fin…y aun peor, inventos para enmascarar esa prostitución con buenas caras y puñaladas por la espalda…en ese todo vale es en lo que yo no creo…es simple: si amas el arte y puedes vivir de él, perfecto…pero amar el arte y prostituirlo no es compatible, ¿o prostituirían a sus mujeres por necesidad de dinero?…mal ejemplo, algunos, seguro que sí.
Gracias por el comentario, un abrazo !
Buenos días. Enhorabuena por el artículo. Soy practicante de Aikido desde hace ya algunos años, y de un tiempo a esta parte en nuestro entorno está pasando exáctamente lo que tú describes. Hay un afán desmedido por conseguir cinturones. Sin embargo, hay una cosa clara: es en el tatami en donde se ve, con claridad pasmosa, el verdadero «color» que porta cada cual. Por tanto, aquel que quiera engañarse, que siga haciéndolo. Pero la Verdad sólo tiene un camino, y la Vía aparece clara para los que quieran verla! ¿Tengo tu permiso para compartir el artículo? Gracias de antemano y un abrazo!
Muy buenas Raul, muchas gracias por el comentario y por supuesto que puedes compartirlo. Como bien dices todo se ve en el tatami…dijo Dan Gable, uno de los grandes del mundo de la lucha: » el ser humano siempre tiende a buscar la forma más simple de hacer las cosas, pero no hay nada que sustituya el trabajo duro».
Gracias, un fuerte abrazo 😉
Compartido; muchas gracias!
https://www.facebook.com/clubaikidoronda?ref=hl
Gracias a ti, todo un honor que lo compartas.
Muy bueno,has dado en el clavo.El movimiento se demuestra «andando «.
Gracias por el comentario, tienes toda la razón del mundo, hablando del movimiento solo queda moverse!
Totalmente de acuerdo con tu percepción. Se ha capitalizado el sentido de las artes marciales, despojándola de su principal finalidad, que no es otra que el desarrollo personal, hace poco leí un libro sobre Artes Samurais de Oscar Ratti dónde justamente hacían hincapié en lo mismo, adoctrinan a la gente a buscar resultados, en vez de ser el resultado en si mismos. Si se fomenta una cultura marcial basada en la obtención de grados, en la competición deportiva, y se exime de toda búsqueda personal, la gente sólo se queda en lo superficial. Y eso de marcial tiene poco, me alegra mucho que hayan personas con tu opinión José y la de otras personas como las que comentan, un fuerte abrazo.
Hola Oscar, gracias por tu comentario, muy instructivo…hace nada asistía a una formación que aparentemente no tiene nada que ver con esto que hablamos, pero como creo firmemente en la filosofía de connecting the dots, dijeron algo que me llegó y que enlaza con lo que comentas de buscar resultados en vez de ser el resultado…y es que el punto de mira nos lo cambian, porque quizás no interesa que abramos los ojos, esto se refiere a mirar de dentro hacia afuera y no al revés como nos enseñan o como decían aprender a moverse de dentro a fuera…definitivamente hablar de grados, es hablar de categorías y no hay nadie más que nadie, sobre todo por que todos estamos en ese proceso personal de descubrimiento de nuestra propia ignorancia, aunque ,evidentemente mucho son los que prefieren ser ignorantes o walking death en esta vida 😉 . De nuevo muchas gracias por el comentario !!
Una vez un discípulo dijo a su maestro – » maestro cuanto debo entrenar para ser un maestro». El maestro respondió -«si entrenas muchas horas todos los días, 10 años no serán suficientes». El discípulo replico: – » y si entreno todo el día?», el maestro respondió: «20 años no serán suficientes». el discípulo dijo entonces: » y si vengo a vivir contigo y entreno de día y de noche todos los días del año?» y el maestro dijo: «si entrenas de día y de noche y vienes a vivir conmigo, entonces necesitaras toda la vida…»
Muchas gracias por compartir…sin duda las prisas no llevan a buen puerto…la lucha es algo para toda la vida…una pena que muchos decidan terminar el camino dando tan solo unos pocos pasos.