Hoy pretendo arrojar un poco de luz a esta modalidad de enfrentamiento que se ha perpetuado en las diferentes formas de combate deportivo.
En el pasado tuvieron una importancia vital en una sociedad antigua en la que el «honor» y la dignidad eran tan válidas para los hombres como lo eran las mayores de las riquezas, el honor era un asunto sumamente difícil de ganar.
De qué se trata un duelo.
Concretemos pues de qué se trata un duelo: según la RAE, un duelo es un combate entre dos, a consecuencia de un reto o desafío. Era éste un combate en el que uno de los implicados reclamaba su presupuesto honor perdido.
Los motivos podían ser varios, reales y/o en muchas ocasiones inventados. Se celebraban a «deshoras» y en sitios escondidos ya que no eran legales, se perseguía tanto a los duelistas como a cualquier otra persona que les ayudara.
En muchas ocasiones el motivo real del duelo era la venganza en sí misma. Cualquier atentado al honor de un noble llevaba inmediatamente a dirimir la cuestión mediante el choque de las armas.

Historia en forma de novela. El Maestro Pérez-Reverte y su Ala Triste.
El ritual del Duelo pudo surgir en cualquier momento y en cualquier lugar... es decir, es una forma muy natural de resolver conflictos desde tiempos inmemoriales. Aunque éste adquiere su mayor fama en el siglo XVI. En la Edad Media ya se celebraban estas contiendas.
En aquella época los duelos se llevaban a cabo cuando se rompía la confianza entre los caballeros. Se enfrentaban bajo normas y reglas muy estrictas, en un campo cerrado y mediante un reglamente muy complejo. Cada uno de los afectados podía llevar consigo a un número de hombres igual para que lucharan junto a él.
El asunto de matarse a mandoblazos fue evolucionando y se pasó a combatir con aceros finos y dagas en el siglo XV, una época en la que España en pleno Siglo de Oro era considerada como la cuna del duelo. La historia parece indicar que este arte ancestral fue exportado desde Italia.
Entre los soldados de Francia e Inglaterra (s. XV a XVI) resurge también esta forma de resolución de conflictos (armas en mano) y se extiende como la pólvora entre la nobleza.
Hay que recordar que ya en el s. XIII la Iglesia desaprobó esta práctica y los Reyes Católicos los prohibieron en 1480, aunque todavía no usaba la palabra duelo, sino «Salir a matar en un lugar cierto«.
Duelo formal.
Con el tiempo los duelos se vuelven más formales, y en el siglo de oro español se formaliza, por así decirlo, el asunto (a pesar de todo debían guardarse de las autoridades). Los padrinos negociaban las condiciones y como no, existían tretas para evitar el duelo, buscaban así que ninguno de los dos duelitas terminara sin honor o sin vida.
Quizás influidos por la literatura (más bien por las películas) los duelos están envueltos de un romanticismo que poco tiene que ver con la realidad. Se inventaban historias, se pagaba a lo que hoy podríamos llamar sicarios y se intentaba sobrevivir a cualquier costa.
En los siglos XIV y XV se consideraba que el duelo era un privilegio de la clase alta (nobles, militares, políticos, literatos, artistas…) para resolver disputas que no podían o no querían solucionar con la justicia ordinaria.
La forma más habitual de retar a alguien era mediante la pegada de panfletos o carteles en los lugares en los que estuviera localizable la persona a la que se quería retar.
En estos se los ponía verde, se los insultaba y se los instigaba a que aceptara el reto. En el caso de que el duelo fuese aceptado, los duelistas debían pedir al rey de la región en la que se produciría el lance, un lugar adecuado para batirse.
Establecían si el combate sería a muerte o a primera sangre y las armas con las que decidirían sus destinos. Estos duelos contaban con testigos, padrinos y hasta un árbitro que velaba porque no hubiese juego sucio (y la venganza de amigos o familiares se mantuviera a raya).
En estos tiempos la manera más honorable de defender la verdad era mediante la espada, la práctica de la esgrima pues era un asunto de importancia vital entre la gente culta.
La clandestinidad del duelo.
El tipo de duelo anteriormente descrito era el combate romántico al que muchos jóvenes aspiraban para hacerse un hueco en la alta sociedad. Muchos de los hidalgos de la época se alistaban al ejército para con buena fortuna volver con alguna historia que contar y alguna cicatriz de la que alardear.
La realidad era mucho más pendenciera. Los Reyes Católicos vetarían esta práctica alrededor de 1480 de manera oficial. La decisión: pena de muerte y/o destierro a los retadores. No era cuestión de perder a valiosos hombres y futuribles soldados que podrían combatir para defender los intereses de dicha corona.
La picaresca típica española también tuvo su quehacer en estos menesteres y al estar penado, los duelos en ocasiones se organizaban cerca de las iglesias, para si dado el caso eran descubiertos «acogerse a lo sagrado».
Con todo y llegando al populacho esta «tradición» de matarse a espadazos, el honor pasó a un segundo plano y se recurrió mucho al juego sucio, es decir a la realidad más dañina del ser humano con miras de sobrevivir en una sociedad muy castigada por la pobreza.
A pesar de estar prohibido llevarlas encima, muchos de estos «duelos a capa y espada» terminaban a pistoletazos. Si queréis leer sobre lo que estoy hablando, os recomiendo:
Los duelos en Eskrima.
En Eskrima somos dignos herederos de una época dorada y que ya desapareció para siempre.
Hay casos documentados de duelos dentro de la Eskrima (aunque no es lo más habitual) a lo largo de su reciente historia. Eskrima se desarrolló, no sólo gracias al mestizaje de artes, si no que se fue fraguando a fuego lento tras mil escaramuzas y batallas en unas islas en constante conflicto.
En su ADN la Eskrima se asienta sobre los pilares del combate. Fue en tiempos de relativa paz, después de la guerra, cuando los Eskrimadores tenían «tiempo libre» y para preservar sus habilidades, herencia de sus antepasados (necesarias por otro lado para sobrevivir en una sociedad como aquella), recurriendo a la modalidad del duelo, también llamado Juego Todo, para medir sus fuerzas.
Juego Todo no era más (ni menos) que un enfrentamiento en el que no se permitía ningún tipo de protección y normalmente se pactaba la forma de lucha. En ocasiones los enfrentamientos terminaron en muerte o heridas graves. Lógico teniendo en cuenta que había armas de por medio.
Duelos entre Clubs de Eskrima.
Se tornó habitual el tipo de duelo entre Clubs. El más famoso entre el Club Doce Pares y el Club Balintawak. Surgieron grandes enemistades e historias de duelos épicos que algunas veces se pierden en el mito y no hacen sino dejar claro el carácter típico fanfarrón de los filipinos.
Como digo, muchos de los enfrentamientos de Juego Todo de los viejos tiempos no están documentados. Los testigos de estos eventos lo han transmitido de boca en boca y aun no sabiendo con total exactitud si muchos de ellos se hicieron en realidad.
No cabe duda de que era la realidad de una sociedad de auténticos guerreros. El mayor testimonio de muchos de estos enfrentamientos son las cicatrices que alguno de los viejos Eskrimadores orgullosamente enseñaban.
Grandes nombres se me vienen a la cabeza cuando pienso en aquellos tiempos:
Ninguno está ya entre nosotros. Una generación de auténticos Eskrimadores que tuvieron las agallas de pelear para preservar un arte que merece ser perpetuado. Unos Eskrimadores que no mediaban tantas palabras y se debían a la ley que imponían las armas y la dedicación a éstas para preservar la propia vida.
Hoy día y como parte fundamental del desarrollo de nuestras habilidades en combate tenemos la categoría de duelo más deportivizada. En Eskrima hay formas tan dispares como el trabajo de sparring desde el concepto WEKAF, que no comparto por exceso de protecciones, hasta lo más real posible en la línea del trabajo de los Dog Brothers o similares.
Sea como sea si no entras a practicar sparring en duelo (con mínimas protecciones) la posibilidad de que te caiga un rayo será mucho más grande a la opción de que puedas considerarte un Eskrimador «decente».
Por cierto, ser un buen «duelista» no quiere decir que seamos totalmente efectivos en una situación real.
El duelo como sistema o método de entrenamiento tiene muchísimas ventajas siempre que sepamos gestionarlo con inteligencia. Los enfrentamientos reales no se parecen en nada a un duelo.
Si eres consciente de ello deberías analizar tu entrenamiento, por ejemplo:
- Tu trabajo de sparring con cuchillo por ejemplo debería ser a un «golpe certero» (a primera sangre) o será fácil que te pierdas en situaciones irreales.
- Tu sparring de armas de impacto no debería convertirse en una lucha de grappling, una buena solución puede ser portar un cuchillo de entreno y poderlo usar en distancia corta..
Queda dicho.
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