Mi Eskrima sin dueño ni señor.

Se me vienen a la mente algunas imágenes que ilustran a la perfección el concepto del que hoy quiero hablar. La del Ronin es quizás una de las que más se acerca.

Ronin.

A pesar de ello y salvando todas las distancias, no me siento como uno de aquellos guerreros del antiguo Japón. Un Ronin era aquel Samurai errante, sin dueño ni señor que a veces caía en el uso de las malas artes: la «mercenería«, la piratería o la supervivencia a toda costa.

Yo me debo a un arte muy puro, se llama Eskrima y no me vendo a ningún postor.

Ser un «indocumentado» marcial (más en los tiempos que corren y en Eskrima concretamente) es un estigma que me acompaña desde casi siempre, me he aburrido bastante del incordio que ello supone para un populacho intelectualmente deficiente, de ahí escribir esta pequeña entrada.

De vez en cuando y sin que nadie tenga que venir a tocarme demasiado las narices, me reafirmo en el gusto de no ser / estar afiliado más que a la pasión que me mueve por un arte que a veces parece estar enfermo y necesitado de voces que griten su nombre verdadero.

«Sin papeles».

Ser un «sin papeles» marcial (en resumen: no ostentar ningún titulo comprado a golpe de talonario) tiene mucho que ver con elegir el camino más angosto, el más largo.

Desde hace ya unos años he aprendido que para ser capaz de simplificar en el arte del combate, hay que tomar los caminos más largos y asumir sus tiempos.

Para mi el Arte, el que esta centrado en el movimiento y en la ciencia de la lucha, se posiciona por encima de todas las de etiquetas que delimitan el concepto de la supervivencia.

No hay escusas, hay trabajo duro.

Estoy convencido de que existen cosas que no tienen precio, que no se pueden comprar. Puedes comprar datos, puedes comprar aplicaciones virtuales, puedes comprar interés y estatus, pero nunca jamás podrás pagar por volver a vivir una vida que perderás en un segundo si aun no has entendido que a luchar se aprende luchando y que a ser guerrero se aprende guerreando, no fantaseando (colgando títulos en tus «blancas paredes» – como nichos).

Reconocimiento.

Buscar reconocimiento es muy diferente a que reconozcan el trabajo bien hecho (esto último es siempre de agradecer), todo llega con paciencia y sin intenciones ególatras. No hay que abusar de la humildad, tampoco de la soberbia. La táctica, la experiencia y el conocimiento no se adquieren a través de lo virtual.

Cuando viajo, doy seminarios o en mis clases me preguntan por mis certificados, grados, cinturones y demás milongas, les paso sin reparo el contacto de mis Maestros y les digo: «preguntad libremente».

El respaldo, la palabra, la confianza depositada en mi, representan un gran honor y una gran responsabilidad, esto ocurre sin papeles de por medio, sin firmas ni precios estipulados, sin cargos ni manipulaciones, he tenido esta gran suerte.

Esto me da una confianza constante que debo alimentar con trabajo duro, unos puntos de referencia muy claros y la responsabilidad de no defraudar el legado de los viejos Maestros, a la gente que confía en mi y a mis estudiantes de aquí o de «ultramar» (próximamente info sobre seminario «recaudar fondos» para Ecuador y los afectados por el terremoto, imagen de portada en Quito, Ecuador).


José Díaz Jiménez

Jose

Expect the unexpected...

3 comentarios

  1. No se quien habrá sido, pero te han debido de tocar la moral! Jejeje
    Ya me he puesto al día de nuevo!

    • Bueno, como digo a veces, esta es mi terapia, jajajajaajajaj !!!!!

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