Que el tiempo pasa demasiado rápido no es ningún misterio, el misterio parece ser el tener una dirección bien definida y fidelidad hacia uno mismo.
El cambio en Eskrima como camino.
Queda claro con esta afirmación, aplicable 100% a nuestra Eskrima:
«Si hay algo que permanece es el cambio.»
Pero, ¿cómo cambiamos? En Eskrima el cambio debe ser nuestro «leitmotiv.»
Para mí, la palabra cambio, denota invariablemente un movimiento de mejora continuo. Deberíamos ser capaces de trazar una dirección bien definida y, sobre todo, tener las narices de seguirla (contra viento y marea).
Cambiar no es acumular.
Si de verdad queremos ser fieles a la idea del cambio, el proceso de desapego, a todo lo que suponga un lastre, resultará vital.
Esta entrada tiene su origen en algo que me ocurrió hace unos pocos días y que me hizo reflexionar en un momento de «toma de decisiones». Me cruzaba en días diferentes con varias «personalidades malagueñas del mundo de las artes marciales«.
Las diferencias de edades, estilos y mentalidades entre nosotros nunca han supuesto un problema. Durante las charlas, muy amenas y cordiales, la curiosidad y «causalidad» del asunto devino en que todos y cada uno de ellos vinieron a preguntarme una misma cosa:
¿Jose, tú después de tanto tiempo, qué «grado» tienes ya en tu Eskrima?
Esto me hizo reflexionar profundamente.
Mi respuesta fue la de costumbre, en tono respetuoso y cordial les dije:
«Ya sabes lo que pienso al respecto…».
Ellos sí que se encargaron de comentarme (doy fe de que sin ningún tipo de fanfarronería ni escrúpulo) cómo han ido subiendo de escalafón en sus sistemas de artes marciales, ganando grados, reputación e importancia dentro de sus organizaciones (por llamarlo de alguna manera, nada despectivo al respecto).
Me alegré mucho por ellos.
¿Avanzando?
Siendo honesto, hay momentos en los que uno duda y sinceramente no sabe si ha elegido el camino correcto. Con el paso del tiempo y la perspectiva adecuada, he llegado a la conclusión de que son pruebas que al final del proceso afianzan las decisiones que un día uno tomó.
Para muchos practicantes de Eskrima & Artes Marciales, no obtener grados, o «reconocimiento oficial», que no pertenezcas a ningún grupo o estilo claramente definido, puede hacer parecer que eres un engranaje oxidado y aislado de una maquinaria obsoleta.
Hay que ser honestos, todos buscamos cierto tipo de reconocimiento. La clave está en la forma y en el fondo del asunto, mis preguntas suelen ser:
- ¿a qué precio?
- ¿eres sincero contigo mismo?
- ¿y con lo que representas?
- ¿sumas o restas?
- ¿te promueves a ti mismo o al arte?
- hacer dinero a costa de qué o quien…
- …
Avanzar en mi mundo personal, es ser capaz de trazar una línea tanto hacia adelante como hacia atrás en el tiempo y, asumiendo que has cambiado y que vas a cambiar (radicalmente en ocasiones), poder reconocer que aun perduran ciertos «conceptos básicos» a los que decidí ser fiel en un momento determinado de mi trayectoria.
Despertando.
Así poco a poco y a pesar de las dudas y las dificultades que se plantean durante el camino para ser parcialmente «independiente» (siempre hay trazas de dependencia innegables por ideología y afinidad), en la acepción y concepción de «Ronin de la Eskrima», llegué a la conclusión «indiscretamente visionaria» de que todo este proceso se basa en una transformación «individual e intransferible» en la que debía:
Soltar todo aquello que no me sirve.
Simplificar todo aquello que tenga algún valor.
Gestionar SIEMPRE desde la herramienta del combate.
Si analizamos ésto con sinceridad, ninguno de estos puntos es compatible con la idea de una organización que dicte la dirección que debemos tomar.
Hay que tener claro que:
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Los estilos («conjunto de rasgos peculiares que caracterizan una cosa, una persona, un grupo o un modo de actuación»), hacen que nos sentimos confortables entre rejas.
Para terminar.
En estos temas no puedo dejar de lado a una de mis máximas y claras influencias y referencias. El Maestro Krishnamurti es a quien acudo cuando necesito algún tipo de consejo en estos asuntos.
No podía ser menos en este caso y aquí os dejo un fragmento al que «me adhiero a él absoluta e incondicionalmente» (y que encabezo con una frase igualmente potente) que imprime fuerza y da sentido a esta entrada:
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«No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma.»
Jiddu Krishnamurti y las Organizaciones.
Fragmento del discurso de disolución de la «La Orden de la Estrella de Oriente» el 2 de Agosto de 1929.
Quizás recuerden ustedes la historia de cómo el diablo y un amigo suyo estaban paseando por la calle cuando vieron delante de ellos a un hombre que levantaba algo del suelo y, después de mirarlo, se lo guardaba en el bolsillo. El amigo preguntó al diablo:
“¿Qué recogió ese hombre?” “Recogió un trozo de la Verdad”, contestó el diablo. “Ese es muy mal negocio para ti, entonces”, dijo su amigo. “Oh, no, en absoluto”, replicó el diablo, “voy a dejar que la organice”.
Yo sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta. Ese es mi punto de vista y me adhiero a él absoluta e incondicionalmente. La Verdad, al ser ilimitada, incondicionada, inabordable por ningún camino, no puede ser organizada; ni puede formarse organización alguna para conducir o forzar a la gente a lo largo de algún sendero en particular. Si desde el principio entienden eso, entonces verán cuan imposible es organizar una creencia. Una creencia es un asunto puramente individual, y no pueden ni deben organizarla. Si lo hacen, se torna en algo muerto, cristalizado; se convierte en un credo, una secta, una religión que ha de imponerse a los demás. Esto es lo que todo el mundo trata de hacer. La Verdad se empequeñece y se transforma en un juguete para los débiles, para los que están sólo momentáneamente descontentos. La Verdad no puede rebajarse, es más bien el individuo quien debe hacer el esfuerzo de elevarse hacia ella.
[…] La organización se convierte en una estructura dentro de la cual sus miembros pueden encajar convenientemente. Ellos no se esfuerzan más por alcanzar la Verdad o la cumbre de la montaña, sino que más bien tallan para sí mismos un nicho conveniente donde se colocan, o dejan que la organización los coloque, y consideran que, debido a eso, la organización ha de conducirlos hacia la Verdad.
Organizaciones, grados, titulitis… han acabado prostituyendo la Eskrima a niveles vomitivos.
Un bofetón metafórico (o literal) viene bien.
Gracias José!!!
«porrazos educativos» siempre son instructivos 🙂