Ya se terminaron, gracias a dios, estas fechas dolentes de glotonería, consumismo e hipocresía buenista. Volvemos a nuestro ritmo habitual y, como de costumbre, todo son buenas intenciones para este nuevo año 2017.
El que más el que menos espera que sea un buen año, aquello de tener salud se da por sentado, también y a parte, deseamos mejorar en otros rangos existenciales y que en definitiva todos nuestros sueños, ilusiones, fantasías, proyectos y demás se vuelvan o empiecen a volverse, por fin, un poco más reales.
Todo esto implica ponerse manos a la obra y regresar a nuestro equilibrio anterior, bueno o malo, seguro que contaba con trazas de constancia (fundamental en Eskrima), o de intención de ésta. T
Todos tenemos un proceso muy íntimo en este camino de artes combativas. Nadie puede decirte como hacer nada, a mi me interesa la idea de un retorno adecuado a nuestra práctica habitual.
Compararnos con el que dejamos allá a principios de Diciembre es un tanto absurdo, somos una versión obsoleta que aquello y será mejor aceptarlo con entereza.
Han sido tiempos intensos de comilonas (muy buenas todas ellas), en mi caso por ejemplo; horas extras de trabajo (lo que implica mucha más gestión de estrés), horarios complicados de armonizar con la práctica de mi Eskrima, en definitiva y literalmente; cero tiempo para dedicarle a algo que no tuviera que ver con recuperar sueño y hacer cierto tipo de cosas indispensables en torno a la familia, la convivencia con ésta y proyectos existenciales. Como consecuencia, menos entreno y más bartola (barrigota).
Ok, es cierto, me he apartado de mi ritmo ideal y ahora me digo a mi mismo… y qué !!!
Con los años he ido aprendiendo a relativizar un poco cierto tipo de conductas, porque lo importante a veces es a lo que menos atención le prestamos.
Lo importante para mi es ese conjunto de cosas que nos hacen sentir bien y si algo como nuestra práctica, a la cual acudimos como analgésico existencial, nos produce fatiga cuando nos alejamos de vez en cuando de ella (y por motivos importantes), es que algo no marcha bien.
Ahora recuerdo, con una sonrisa dibujada de soslayo, cierto seminario (hace ya décadas de aquello) con cierto Maestro de «Eskrima» (eso decía él, aunque yo lo dudaba entonces y lo sigo dudando ahora, con todos mis respetos) que recomendaba, alengado su edad, no apegarnos demasiado a nada, incluida nuestra práctica marcial.
Nos contaba que él de vez en cuando se daba paseos con su Harley Davidson para reiniciar su sistema y volver a la práctica con fuerzas renovadas.
Hoy esto me parece muy inteligente. Lo dice alguien al que casi todo en su vida gira en torno al mismo asunto…
Sí, es cierto, la práctica constante (y aquí está la clave) es fundamental, pero saber relajarnos cuando las circunstancias nos apartan un poco, me parece fundamental, sobre todo porque si hemos llegado donde estamos, es que ya hemos vuelto al camino, no nos hemos detenido, simplemente de vez en cuando hemos cambiado el ritmo.
Si al respirar no expiras, será complicado volver a inspirar. A veces con nuestra práctica pasa lo mismo, hay que soltar, alejarse y valorar desde ahí, con otra perspectiva. Luego regresas con más ganas porque echaste de menos aquello que te apasiona. Echar de menos no es perder, es enraizar sentimientos y valorar lo que se tiene.
¿Disfrutaste comiendo todo aquello? Cuando faltaste a tu práctica ¿fue por estar con alguien al que querías? Si te sientes más gordito, quizá es el momento para planificar un nuevo sistema de entreno, tienes por delante 365 días de batallas, qué más guerrero que esto ¿qué más quieres? Todo a la misma vez no se puede tener.
Con respecto al apartado físico de la practica de Eskrima, nada nuevo que no sepas… al haber perdido el tono, la forma, el ritmo… no te preocupes, queda tiempo (el resto de tu vida) para que vuelvas a tu optimo estado de forma.
Ve a tu práctica con una buena actitud y un sentimiento de lentitud, regresa despacio, progresivo, poco a poco y tu cuerpo en sintonía con el «momento justo» te irá indicando el camino de regreso.
Exige lo mejor de ti, pero con referencia presente. Toma el arma una vez más, busca la sintonía con el movimiento y recuerda:
Todo cambia, todo regresa.
Un comentario