Ególatras circenses de la Eskrima.

Hace nada hablaba con un amigo que poco o nada tiene que ver con las artes marciales y me decía que de vez en cuando miraba este blog, me dejó sorprendido.

Su crítica podríamos dividirla en dos, primero lo bueno: aprendía cosas de la vida, me gusta pensar que ese es el efecto Fightlosophy. Lo segundo y aparentemente negativo era que me veía como enfadado con el mundo. La verdad que me alegró percibiera eso, porque es justo lo que pasa. Y si me hablas de la mierda que circunda el mundo de la lucha y concretamente de la Eskrima ya ni te cuento.

Lo reconozco, me da vidilla esto de abrir la redes sociales y ver auténtica basura en movimiento.

Me sube la cabreína y me pongo a escribir. Y cuidado, no es que yo me considere nada del otro mundo. La gran diferencia es que al menos entreno y busco entrenar con gente mucho mejor que yo.

Sin miedo a que me pateen el culo. Ese era el otro punto al que quería llegar, en la animada charla con este amigo y antes de despedirnos me dice: «he visto que estás organizado un seminario con un Maestro, ¿¿con todo el tiempo que llevas tú entrenando, poco aprenderás ya¿no?«.

Intento explicarle que esta es una mentalidad conformista que no comparto para nada, implantada y desarrollada por los ególatras circenses temerosos de la realidad, y que se ha convertido en una enfermedad de pronóstico incierto / grabe . Le conté dos anécdotas que asomaron en mi mente dispersa:

Aunque no me he considerado nunca un hombre de JKD, fue un estilo que me sedujo durante algún tiempo (era yo muy joven).

He tenido el privilegio de asistir a unos cuantos seminarios de Mr. Ted Wong. Aunque a esas alturas ya no compartía desde hacía años su práctica marcial, ni la filosofía combativo que ellos manejaban, me apetecía la experiencia de estar cerca de alguien que realmente merecía la pena como ser humano y Maestro de las artes marciales.

En una de esas charlas en las que ves, escuchas, ríes y admiras, se hablaba de la edad, de cómo todo cambia con el paso del tiempo y de cómo debemos adaptarnos. En un momento determinado a alguien se le ocurrió preguntar al Maestro cuando se sintió en su máximo nivel como artista marcial. La respuesta nos dejó petrificados: «a partir de los 50 años«. Se sentía feliz y dijo que viviría mientras con su edad aun pudiera patear culos, ahí es nada, en aquella época ya contaba 60 y muchos.

Hablando con GM John, contándonos nuestras trayectorias marciales, le hacía referencia de esta historia y le pregunté si alguna vez había hablado con SGM Cacoy de esto, de cuando él había estado en su mejor forma … la respuesta que le había dado el viejo Maestro una vez más supone toda una lección de vida: «aun no he llegado a mi mejor forma». La pregunta se la hizo cuando ya había pasado de los 90.

Recordando estas historias intento comprender. Me doy cuenta de que los pregoneros del ridículo son ahora los protagonistas de una mala película de serie B en la que la trama es de lo más absurdo.

Reconozco que la vida es como un teatro. Un gran circo en el que cada uno de nosotros está intentando interpretar el papel de su vida. Los aduladores de la calumnia, los del gatillazo marcial, esos que juegan con armas de plástico y hacen como que se pegan, son los que han elegido representar el papel de bufones del reino en toda esta trama. Hacen de la mentira su guión y del absurdo su camino.

El estado natural del Eskrimador debería ser la rebeldía y la búsqueda de la «verdad» a través del combate. El Eskrimador no es sino un inadaptado que, sabiéndose en el camino de las armas, busca convertirse en toda su potencialidad alejándose de los falsos hechiceros del Arte. Termino con una gran frase del Humanista y filósofo español Juan Luis Vives (1492-1540): «Ni la utilidad del mentir es sólida, ni el mal de la verdad perjudica mucho tiempo».


José Díaz Jiménez.

Jose

Expect the unexpected...

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