Eskrima, armas y «eso no vale para nada».

Eskrima y la frase «eso no vale para nada». Anécdotas de la vida misma.

Paco lo sabe, sabe que más pronto que tarde escribiría al respecto. Como suelo decir, este blog al ser mío, es un bastante autobiográfico, es decir, que suelo contar anécdotas personales como escusa para tratar temas que me interesan.

La anécdota que viene al caso en parte Paco es coprotagonista así que me tomo la licencia de incluirlo en la misma.

Paco en algunos aspectos es uno de mis amigos y estudiantes de Eskrima más peculiares. Es un sabio moderno, me gusta llamarlo así. Toma clases privadas y su mejoría es evidente, aunque lo puteo mucho en clase, él sabe, tanto como yo, que es «por su bien». Aunque en algunos momentos se frustre y quiera arrancarme la cabeza, al poco nos reímos y seguimos vareando, que no es poco.

El Templo de la Eskrima.

Solemos entrenar en lo que considero mi templo de la Eskrima, en mi ciudad. En el monte Gibralfaro, a las espaldas de la Alcazaba de Málaga. Algún día describiré con todo lujo de detalles este sitio (que a estas alturas no recuerdo como descubrí) y que algunos conocéis en persona y que tan especial me parece.

Esto de enseñar en la naturaleza me viene de lejos, hace siglos, durante casi cuatro años estuve dando clases a un nutrido grupo de locos Eskrimadores en plena playa (los antiguos Baños del Carmen, cerca de la ciudad), rodeado de hippies y de algún anormal que otro, que salió un tanto algo magullado, mediante sea mis armas, ya que ellas vieron a bien defender su territorio vital, inhóspito como pocos, en defensa del que aquí escribe.

Precisamente decidí alejarme de aquel sitio porque los «encontronazos» a la «antigua usanza», de los cuales hay algunos testigos presenciales, empezaron a ser demasiado comunes y cansinos.

Que pase gente y observe, mire e incluso comente algo, no es del todo extraño cuando estás en exteriores. Al fin y al cabo es un sitio público, estamos en plena naturaleza y de todo tiene que haber en la viña del señor.

Esto no quita que haya veces que la situación te sorprenda o tome un cariz especial en el que poder sacar una entrada para el blog o una conclusión recurrente de aquello que viene a ser un tontería dantesca.

Entrenando Eskrima tranquilamente.

Resulta que Paco y yo estábamos trabajando «larga mano», suelo dividir mis clases de Eskrima en dos, las dos distancias: «larga mano» al principio de la clase y «corta», a veces en forma de «control sparring», para rematar la faena.

Me centro mucho en desarrollar una buena base de movilidad, coordinación y desplazamientos, todo depende de lo que se me pase por la cabeza justo antes de la clase, un «random» mental que de momento me ha salido bastante bien en mi forma de entender la enseñanza en Eskrima.

En ello estábamos cuando pasaba un señor de aquellos más bastos que un arado.

El tipo en cuestión ya había pasado por allí en días previos, miraba con esa típica cara de, «qué estarán haciendo estos aquí», se ve que es un habitual del terreno campestre malagueño.

Correctos Paco y yo, ante la falta de educación generalizada, solemos saludar a los caminantes y algunas veces recibimos respuesta. A lo mejor tiene algo que ver que llevamos armas en las manos y hacemos como que nos damos.

En este caso concreto veo que el tipo en cuestión se detiene. Hace el típico gesto de yo lo sé todo, mano en alto y cara de retrasado y sin mucho pudor, dice una frase que por desgracia he escuchado demasiadas veces y que soltó con mucha mala baba:

  • «Pero si eso no vale para nada». He visto a bien traducir para vosotros la frase ya que demostraba el nivel intelectual avanzado y elevado del personaje en cuestión: «pero zi ezo no vale pa´na».

Como digo, he escuchado tantas veces este tipo de sandeces que mi respuesta está muy entrenada. Es un resorte aprendido y casi inconsciente después de muchas mierdas comidas y pasadas en las que aprendí que o te pegabas o te pegaban:

– «Si usted (me gusta ser tremendamente educado con quien no lo es) piensa que esto no vale para nada, le doy un arma y probamos que tal».

Reacciones varias:

La reacción suele ser variada. La mayor parte de las veces la reacción viene precedida por un cabio de careto radical, es algo así como echar el freno de mano cuando crees que vas por buen camino, pero te das cuenta que te has equivocado y te has pasado tres pueblos.

El tipo en cuestión acto seguido cambia un poco la dirección de la charla y el tono:

  • «que si te viene un tío con un cuchillo te mata seguro»
  • «que si a uno con mala leche no lo paras»
  • «que si da igual que le des un estacazo en la cabeza que si te quiere matar te mata»
  • «que en el pueblo le contaron que uno le dio un piñazo a otro…»
  • blablablabla.

Yo desconecto mi cerebro inmediatamente, no gasto ya energía en estos menesteres, la experiencia y la vida misma me ha enseñado que no cabe posible conversación con cierto tipo de payasos. Es perder el tiempo, la energía y la paciencia. Y últimamente no es que tenga excedente de nada de ello.

Paco, más comedido que yo (aunque creo que le queda poco de eso), aguantándose las ganas de partirse la caja de risa, educadamente le dice y conversan:

  • «Hombre y si te doy un palazo en la mano del arma…».
  • La respuesta: «ah claro, pero tienes que acertar y partirle la mano, pero a uno con mala leche…»
  • Para eso entrenamos buen hombre…
  • mocmofrkdjsnaauandfirror…

Ya no quise seguir escuchando, me imaginaba vívidamente demostrando a aquel personaje que sí que vale para algo: para espantar subnormales que no saben donde se meten.

Eskrima y aburrimiento escénico.

En fin, llegados a este punto de no retorno, quiero seguir a lo mío ¿por qué me molesta el tipo este, quien le ha dado vela en este entierro? Es lo que tiene la vida.

«Si no vale para nada» lo que ha visto, que es totalmente lícito pensarlo, igual de lícito es demostrarlo. Considero que hay pocas opciones: o se marcha o le pegas (dándole un arma).

Luego, y gracias a dios, queda la parte de charla interesante, te recuperas a viva carcajada de lo dantesco del momento. La conclusión es que esta actitud (tristemente) es el resumen de la cultura de este país de pandereta. «Si no sabes de algo, no es bueno, no vale para nada». Y así nos va.

Eres libre de opinar, me parece genial, también deberías ser libre de aceptar las consecuencias de tu estupidez. Esto que os cuento lo podéis llevar a cualquier tema de la vida.

  • «Lo que nos faltaba hoy Jose», me dice Paco. Pues sí tío, así es, éramos pocos y parió la abuela. Creo que voy a escribir una entrada para mi blog contando esta hazaña.

Y aquí me tenéis.

Historias de Eskrima y «el filipino furioso».

Me acordaba en ese momento de charla post-traumática con Paco de una historia. Me encanta relacionar cosas que indirectamente tiene que ver con esto de las armas y el asunto de «no valen para nada». Y se la conté a Paco.

Hace uno años mi Maestro Magtutudlo Ramon Rubia me contó una historia de un amigo suyo filipino, Eskrimista. Era una anécdota de hace muchísimo tiempo y que nunca me planteé si fue real o no, pero mola mucho, y que suelo usar en contexto, armas, peleas y demás. A mi me encantó y de ahí que la reproduzca ahora para vosotros:


El personaje en cuestión (Eskrimador) estaba trabajando en un bar típico de carretera. Estaba limpiando porque ya cerraban, seguro que la imagen puede pertenecer a cualquier película típica.

Entra en acción, a modo de película mala de serie B el típico gringo grande y pesado (todos tenemos una imagen clara al respecto) y como no podía ser de otra manera empieza a hacer bullying al filipino. Éste pacientemente intenta evitar el enfrentamiento.

Los filipinos generalmente suelen ser tranquilos y afables, pero una vez le tocas las narices (por ser educados), la cosa cambia considerablemente. Si es Eskrimador (de los antiguos, los actuales te asustarían con un drill super cool) la cosa empeora considerablemente.

Llegó ese momento en el que el gringo no para de dar la tabarra y empuja al filipino de mala manera, este ya cansado de evitar el conflicto echa mano a su cuchillo/navaja (como suele ser costumbre en ciertas mentalidades) y hace amagos como para empezar ya a pelear.

El gringo, muy macho él, empieza a gritar a viva voz que lance el arma al suelo y pelee como un hombre. Acto seguido pasa algo que seguramente a todos nos dejaría fuera de juego; el filipino ni corto ni perezoso, entra en la cocina y trae otro cuchillo que arroja a los pies del gringo:

  • «Ahí tienes, los hombres pelean con armas !!!!»

No vale para nada…

Podemos imaginar con claridad absoluta cual de los dos salió corriendo temiendo por su vida. Las armas no valen para nada dicen.

Sam Sheridan escribía en su genial libro «The Disaster Diaries (disaster diary): How I Learned to Stop Worrying and Love the Apocalypse», el cambio bestial que dio su concepto de supervivencia cuando en pleno proceso de creación de su libro se topó con la Eskrima y su concepto del cuchillo.

De repente un tipo gigante, con orejas rotas y de profesión luchador profesional de Wrestling, dejaba de ser un «imposible de sobrevivir» a «un trozo de carne» con posibilidades de gestionar con eficiencia real, arma mediante.

Cada vez que te digan «eso no vale para nada», no intentes convencer a nadie, es perder tu tiempo. Como antes decía, hay dos opciones, o se marcha o le convences a estacazos:

  • Siempre digo que «la Eskrima o abre mentes, o abre cabezas», en proporción casi simétrica.

Así de simple es Eskrima. Termino con una frase Mark Zuckerberg, el conocido fundador de FACEBOOK, que me parece totalmente acertada: 

«El mayor riesgo es no asumir ningún riesgo. En un mundo que cambia realmente rápido, la única estrategia en la que el fracaso está garantizado es no asumir riesgos.»


Jose Díaz Jiménez

Jose

Expect the unexpected...

2 comentarios

  1. Este articulo es taaaaan bueno, que no puedo poner ninguna cita/sentencia concreta (me ha hecho sonreír y reir).
    Me ha encantado, sin matices José.

    Gracias a miles!!!

    • Mola que te guste, la de cosas que le ocurren a uno no tiene precio. En fin, al menos me sirve para contarlas por aquí.

      Abrazo!

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