Eskrima es cambio, esto me fascina. Esa capacidad de virar hacia donde la experiencia tercie, es la pieza clave en el puzzle de este arte.
Cambiando.
Estoy convencido de algo: uno no debería enseñar hasta haber alcanzado cierta madurez.
Llevo unos veinte años enseñando. Otros muchísimos más dedicándome a esto de las artes marciales. El tiempo ha pasado muy rápido, quizás demasiado, si tuviese que apuntar alguna línea común desde mis comienzos casi «accidentales» en esto de la enseñanza, sería la necesidad de cambio continuo que me han impuesto las armas desde la perspectiva del combate y la de perseguir a toda costa «la realidad de los enfrentamientos».
El proceso es una camino en el que se debe descubrir «la causa de nuestra propia ignorancia» de forma constante.
Dice Antonio Escohotado que el objeto del estudio debe ser «cambiar de opinión», «darte cuenta de que estabas equivocado», tiene mucha razón.
Comienzos.
Cuando uno comienza a enseñar, está lleno de proyectos e ilusiones. En tu mente está la rudeza del arte, todo va en esa dirección, hay que ser fuertes, hay que ser duros.
Al principio tu objetivo número uno es convertir a tus alumnos en fieros guerreros preparados para todo. La responsabilidad de lo que enseñas es tan grande que buscas la realidad a niveles que en ocasiones pueden rozar la locura.
Los porrazos, la intensidad e incluso que haya sangre en clase es motivo de orgullo.
Así de absurdos somos, inconsciencia llamada juventud.
En aquellos comienzos, que compañeros de otras artes marciales pusieran caras extrañas y me dijeran aquello de «estáis locos» era motivo más que suficiente para engordar mi ego inmaduro.
Te ablandas por dentro, te endureces por fuera.
Con los años te das cuenta que todo el esfuerzo, los proyectos e inversiones se van diluyendo. La realidad es mucho más pegajosa cuando decides ser fiel a ciertos preceptos relacionados con la honradez.
Vas cambiando por dentro poco a poco, ablandando tu camino, transformando tu visión, te endureces por fuera, pero expandes tu horizonte, te haces mayor.
Te haces consciente de algo importante, «no todos buscan lo que tú ofreces», muy pocos quieren ser o son «guerreros» y la cuestión es que empiezas a vislumbrar que puedes hacer las cosas de otra manera y aun así seguir ayudando a que la gente progrese en la dirección adecuada, llegas a ser conscientes de que ellos mismo son también victimas de la violencia la violencia; sin dramatismos y romanticismos, tal cual… merecen tener herramientas para afrontarla con la suficiente dignidad.
Guerreros.
Los «guerreros» tienen muchas caras. Eso lo aprendes poco a poco, con la experiencia que te brinda la vida. He tenido las más grandes lecciones de gente (amigos y alumnos) que con sus circunstancias han demostrado ser los más grandes guerreros que jamás he conocido y ninguno tiene el aspecto de luchador feroz, cliché que se nos viene a la cabeza inmediatamente.
Eskrima es lucha, a estas alturas no me queda duda. Eskrima es realidad a flor de piel. Pero se puede enseñar a luchar siempre, a cada uno dentro de una realidad y circunstancias diferentes.
Las barreras están a diferentes alturas y/o longitudes dependiendo siempre del proceso en el que nos encontremos.
Poco a poco he ido descubriendo que hay maneras inteligentes y válidas en las que dar un rodeo sin perder el norte y abrir un poco el espectro a la gente que necesita Eskrima de otra forma, beneficiándose del «arte y estudio del movimiento» impuesto por las armas y caminando hacia donde deben, en vez de hacia donde quieren.
Es todo un reto tener en que encontrar caminos diferentes para lograr avanzar en una dirección determinada. Es todo un reto aprender para enseñar que no hay limitación más grande que la que nos brinda nuestra propia mente.
Capacidad de influencia.
Sí alguien con «talento natural» llega a tu clase, siendo honestos, te das cuenta de que tu capacidad de influencia en esa persona en los aspectos físicos va a ser muy limitada.
A nivel físico, como bien dice uno de mis profesores del mundo de entrenamiento personal; «si te llega un atleta de élite, da igual lo que hagas, vas a mejorar como mucho un 3% su capacidad física, lo importante, llegados a este punto va a ser el grado de motivación que le puedes llegar a insuflar.»
Ser fuerte por fuera es importante, serlo por dentro es fundamental. Esto de enseñar, es en definitiva un proceso de desprendimiento, de dejar aparcado nuestro ego para ser capaces de usar y dar herramientas que de verdad ayuden a nuestros estudiantes.
Pasan los años.
Ya tengo muchas canas en la barba. No me considero viejo, pero tampoco un jovencito que empieza en esto de la Eskrima o las artes marciales. Ya ha pasado un tramo importante de mi vida en la que pueda hablar de anécdotas dentro de las artes marciales de hace varias décadas.
La experiencia de alguna que otra batalla pasada van dando una nueva perspectiva de todo lo que rodea la enseñanza. Por un lado me he convertido en un simplificador (no amplificador) extremista. Relajar la intensidad de mi enseñanza, buscando picos de acción elevada ha supuesto una gran revelación.
Historias personales.
Hay una caso concreto que fue el inicio, esa chispa adecuada, que imprimió en mi esa capacidad de cambio continuo y adaptación a la gente que se acerca a Eskrima.
Trabajaba hace muchos años en el mundo de los gimnasios. Una de mis funciones, a parte de dar mil clases grupales de típicas actividades fitness, era la de dar clase de «defensa personal» a los clientes del club.
Imaginad la malgama de personas que entraban en aquella sala (de torturas). A pesar de toda la complejidad que encerraba aquel reto, aprendí mucho de aquella experiencia, tenía que amoldarme a todo lo que entraba, de todas formas, colores y actitudes, hubo anécdotas que cambiaron mi vida en ciertos aspectos.
Un día, mientras la gente entraba a la clase, vi a un chico en silla de ruedas que miraba con interés, pero me parecía que no se atrevía a entrar. Me acerqué a la puerta y le pregunté si necesitaba ayuda. Me dijo que le interesaba mucho la autodefensa pero que no sabía si él podría aprender.
El impacto mental fue inmediato, no sabía exactamente como hacerlo, pero me lo tomé como un reto personal,. Adaptar lo que yo pudiera saber a una personas en silla de ruedas me fascinaba. Era la primera vez que me encontraba en aquella situación y de repente se abría un nuevo campo de investigación.
Le dije que pasara y trabajando desde su perspectiva, teniendo en cuenta su circunstancia, más como un ventaja que como una limitación, se convirtió en poco tiempo en uno de mis mejoresy más constantes alumnos en aquella actividad.
El proceso estuvo lleno de ensayos y errores, Eskrima me daba confianza ya que su capacidad de adaptación basada en el estudio del movimiento allana en camino; «utiliza armas» le decía, y de repente su silla de ruedas se convirtió en una herramienta nueva, con usos que jamás él había siquiera imaginado.
Trabajábamos como usar sus herramientas como solución a circunstancias que podría encontrarse… que, de hecho, ya se había encontrado.
Todos tenemos limitaciones, sobre todo mentales, el caso es tener la capacidad de romper estos paradigmas que nosotros mismos creamos y que nos limitan en todas las direcciones.
El concepto efectividad en estos casos cambia, se convierte en algo mucho más práctico y necesario. Pensar en armas hace que las distancias entre las diferentes circunstancias cambien de forma casi radical.
Tenedlo en cuenta: si hay algo que pueda igualar una circunstancia violenta entre humanos, eso son las armas.
Conclusiones…
Los aspectos técnicos y «vigorosos» (dureza) del arte construyen unos pilares sobre los que poder fabricar puentes que sustenten diferentes realidades, necesidades, implicaciones… se pueden dar rodeos sustanciales teniendo presente la dirección adecuada.
La funcionalidad debe someterse a las circunstancias y sin perder de vista el horizonte, te das cuenta de las posibilidades infinitas que tiene la «capacidad de simplificar».
Libertad.
Ser capaz de expresarse libremente tiene mucho que ver con el proceso de madurez, de simplificar y de descondicionarte desde la percepción de transitar muchos caminos que al final convergen en una misma dirección.
Eskrima es batalla, es guerra, son armas y barbarie. Estoy totalmente en sintonía con ello, pero debemos reconocer que la violencia tiene mil caras y no somos nadie para limitar esa experiencia, porque esa experiencia de agresión no se va a limitar ante nada y ante nadie a la hora de la verdad.
El estudio del movimiento desata los anclajes que nos limitan y Eskrima, trascendiendo estilos y sectarismos, nos devuelve y nos reconcilia con el movimiento que es lo que realmente somos; seres vivos que cambian y se mueven constantemente a pesar de nuestros pesares.
Brutal artículo José.
Sin palabras…
Gracias!!!
Todo un honor que te haya gustado, son de esas reflexiones que rondan la cabeza, un día toman forma y las plasmo en negro sobre blanco a ritmo de teclado…
Gracias !!