Si en una situación de conflicto no podemos elegir nuestra estrategia el caos tomará las riendas de la situación y entrarás en un terreno muy peligroso.
Controlar es elegir
Ya he hecho referencia a este concepto en otras ocasiones, la idea del combate con armas pasa por el control y gestión de todos los parámetros posibles.
Hace nada Francisco Soriano de Academia Fluxus me pasaba una entrevista a Fidel Font, un genio de las artes marciales y de la esgrima.
El Maestro hace referencia al concepto de controlar diferentes situaciones (bajo estres).
Cuando la dirección es la adecuada (combate), podemos llegar a reconocer la grandeza de las armas y de todo lo que éstas nos enseñan.
Si no eres capaz de controlar a tu adversario habría que analizar qué pasa.
Me arriesgaría a decir que el 80% de la veces que no «controlamos» es por defecto en la práctica del combate.
Si tuviera que definir brevemente qué es combatir diría:
Combatir es tomar decisiones bajo presión.
Esta idea trasladada al contexto actual en el que se mueven las artes marciales me parece muy sofisticado y poco explorado en términos generales.
Hay toda una legión de «instructores» hablando de una realidad que nunca han vivido. Delimitan bajo sus programas «instruccionales» algo que no tiene forma definida.
Limitando
El conocimiento no se mide por los grados, cinturones, ni títulos colgados de las paredes. El día que entendamos esto, avanzaremos irremediablemente hacia una forma de practicar la lucha mucho más funcional.
Con el permiso del Maestro Fidel Font, voy a compartir una pequeña parte de su texto. Se centra en la «esgrima deportiva» y explica de forma magistral esta idea que quiero transmitir:
[…] aquí la categoría la demuestra en la pista cada tirador, no hay cinturones, ni grados. Lo único que hay es diferentes niveles de madurez, en los momentos de conflicto en los que hay que tomar decisiones. Y esto no depende de la edad, sino de cada individuo, independientemente del sexo y del tamaño. Para mí la determinación, la confianza en uno mismo o la autoridad con la que uno se mueve, cuando decide, es lo que realmente importa en su formación. Hay que educar el carácter del niño (me permito añadir «de cualquier estudiante») para que no ceda ante la frustración, que no le desaliente el fracaso, ni se rinda ante la fatiga o la adversidad. Si no le formamos en estas bases, es que no vemos el combate de la misma manera.