Eskrima y vigilar tu arma, protegerse a uno mismo.
En la practica de Eskrima hay ciertos conceptos que no se tratan con la suficiente seriedad, uno de ellos es la idea de «vigilar nuestra arma» para que, entre otras cosas, no se nos vuelva en contra.
Suelo repetir que en la práctica de Eskrima, todas las armas son de doble filo; uno que señala al enemigo y otro que nos señala a nosotros mismos. Esta es una de esas características únicas del trabajo en Eskrima.
Esa vigilancia, que se torna necesaria y permanente, afila nuestro sentido combativo a unos niveles muy específicos dando, una vez más, un gran valor añadido al trabajo con armas.
Eskrima y desidia.
La extrema relajación con la que se practica Eskrima últimamente juega en contra de la efectividad del arte.
Los «malabarismos» no suelen ser la mejor de las herramientas para desarrollar este sentido de vigilancia.
Desde la perspectiva de la práctica yo lo veo muy simple:
Si no te has golpeado a ti mismo con un arma es que NO has trabajado seriamente con ellas, o peor aun, no le has dedicado el suficiente tiempo como para que un accidente (inevitable) ocurra.
Son de esas cosas que debes asumir en Eskrima; las armas no son un juego, aunque a veces te la jueguen.
Esto es como el que dice ser un «motero de primera» y presume de nunca haber tenido un accidente. Bueno, o realmente no ha salido tanto con la moto, o miente, o tiene una inusual suerte en la vida.
Es curioso cuanto menos, ver cómo en «sistemas combativos de manos vacías» se da mucha importancia a protegerse uno mismo (un tipo de defensa pasiva), y sin embargo con armas es algo anecdótico, deficitario o inexistente.
Eskrima y «armas de doble filo.»
En el trabajo con armas hay dos caminos; el que hace bien las cosas y el otro. Algunos puntos a tener en cuenta en esta dirección:
- Si quieres saber si tu sistema de golpeo es bueno o trabajas golpeando cosas / personas (trabajos específicos de potencia, velocidad, combate…) o no estás haciendo Eskrima.
- Golpear siempre al aire con tu arma de forma «artística» va a falsear la energía que tu propia arma demanda.
- Si cuando lanzas un ataque hay una energía que contrarreste la trayectoria de nuestro ataque hay muchas posibilidades de que el arma rebote en nuestra dirección. Debes estar atento a ello.
- Si estás en Sparring y no entras con el timing adecuado, o tu estrategia es demasiado defensiva, te darás cuenta de que el arma, aunque sea de forma tímida, se acercará peligrosamente a ti.
Es importante ser conscientes de que el sino del arma es aterrizar allí donde haga daño, nosotros somos quienes debemos guiarla en la dirección adecuada o se volverá en nuestra contra.
Eskrima y anécdotas.
Hace nada regresaba a las clases grupales después del estado de alarma. Me propuse volver con un «alegato a la práctica correcta del movimiento». Ya lo he repetido muchas veces: «Eskrima es estudio del movimiento».
Como parte de nuestro trabajo quise introducir un poco de incertidumbre. Estuvimos desarrollando un ejercicio en el que uno debía atacar en la dirección del arma (o mano) del compañero y éste debía evitar el impacto del arma (idea de protegerse activamente). Muy parecido al concepto de «elástico» pero mucho más específico.
Antes de comenzar, o no recuerdo si al poco de iniciar la práctica, avisé de que en este «gesto técnico» de «retirada de la mano», debíamos tener cuidado ya que nuestra propia arma se acercaría peligrosamente a nosotros (cabeza).
Eskrima se suele entender intelectualmente, es simple, luego llevarla a la práctica es un poco más complicada.
El resultado, esperado y temido, fue que alguno que otro se golpeó con su propia arma.
Lo previsible suele hacer acto de presencia cuando intermedian las armas. No hay nada más «humillante» para un Eskrimador que ser golpeado con su propia arma, de todo se aprende.
Detuve la clase antes de que «la sangre llegara al río» y les recordé una anécdota de hace mucho tiempo (por eso puedo contarla) que ilustraba el concepto que quería transmitirles:
«Las armas son siempre de doble filo» y la importancia de la mano no armada en el concepto de protegernos a nosotros mismos de nuestra propia arma.
Eskrima y metáforas de la vida misma.
Hace muchos años, demasiados para recordar la fecha exacta, pasó por clase un tipo con el típico perfil de «ya lo sé todo y no tengo ni idea de nada». Se presentó a si mismo textualmente como: «polícia nacional de los antidisturbios acostumbrado a dar vergarazos». En resumen y por definición carne de cañón para la Eskrima.
Quería aprender «eso de los palos»; Kali. Sintiendo en lo más profundo de mi alma decepcionarlo le expliqué que yo no sabía de Kali, en todo caso Eskrima y que eso de los palos en realidad tenía más que ver con las espadas, pero que mejor practicaba y ya luego vería si le daba más explicaciones al respecto.
Su actitud en realidad no era mala del todo. El problema en estas situaciones es no tener presente que un arma puede volverse en tu contra con demasiada facilidad, la «falsa confianza» que te da una dudosa experiencia alimenta las posibilidades de que algo negativo te ocurra.
Eskrima práctica.
Ese día tocaba practicar distancia larga, entrar y salir, tocabas el arma para desviar un poco la trayectoria del «adversario» y entrabas con todo…
El protagonista de la anécdota en cuestión, henchido de confianza, golpeaba el palo como si no hubiese un mañana.
Quería demostrarse a sí mismo que valía para aquello. Dado el caso le avisé (como era mi responsabilidad) de que su arma rebotaba peligrosamente contra la de su compañero. Podía golpearse a sí mismo en la cabeza y era algo peligroso.
Una estrategia decente llegados a ese punto es interponer nuestra mano no armada entre el arma y nosotros mismos. Ya sea con armas de impacto o filo (como se puede ver en las imágenes que ilustran esta entrada).
Si el arma rebota, mejor que alcance nuestra mano a nuestra cabeza. Es pura lógica.
Hay personas que se cierran en banda. No te escuchan porque su voz interior los ensordece. Le avisé en tres o cuatro ocasiones, no recuerdo el número exacto, pero por norma general no suelo hacerlo más de cuatro, a partir de ahí entiendo que no me escuchan.
Al poco de empezar el ejercicio ocurrió lo que era inevitable desde que él decidió practicar aquel día. Se golpeó tan duro con su propio palo que se abrió una brecha en la cabeza, la sangre era copiosa y la situación ridícula en extremo, aquello desembocó en una herida con 5 ó 6 puntos de sutura.
Conclusiones de un «accidente», estado de alerta.
No volvió a clase nunca jamás. Lo entiendo, estoy totalmente seguro de que el «porrazo» le dolió más a su ego que a su cabeza.
A mi, con el paso del tiempo, aquello me ha venido genial para ilustrar la importancia de esa «mano no armada» (y la actitud en clase) como intermediaría entre un accidente sin importancia (como es que el palo te rebote en el brazo) o una desgracia que en pleno combate no creo que nos ayude mucho.
Cuando golpees cosas y/o personas, cuando hagas combate, vigila tu arma y interpón entre tú y el arma ese escudo que se llama «mano no armada».
Es posible que al principio te cueste coordinar o posicionar tu mano de forma correcta. Piensa que llevas otra arma (una daga), o un escudo real, no siempre es algo necesario, pero mejor tenerlo presente.
Terminando con frases que resumen la entrada:
«No hay magia en la magia, todo está en los detalles». Walt Disney.
«Las armas son siempre de doble filo» y la importancia de la mano no armada en el concepto de protegernos a nosotros mismos de nuestra propia arma.
Esto es de importancia CAPITAL, cosa que por desgracia pocos entienden.
Pedazo artículo José.
Es curioso cuanto menos, que el concepto de protegernos a nosotros mismos sea algo tan poco tratado… lo cual nos dicta la dirección de ciertos tipos de métodos…
Esto es lo que hay! Gracias !!